Hoy voy a volver sobre la fábula del perro y el clavo.
¿La has escuchado alguna vez?
Había una vez un hombre que pasaba cada día por la misma casa y veía a un perro tumbado en el porche, aullando lastimosamente.
Un día, intrigado, le preguntó al dueño:
—Disculpe, ¿por qué aúlla su perro?
El hombre, con calma, le respondió:
—Porque está acostado sobre un clavo.
—¡Pero si le duele!, ¿por qué no se mueve?
El dueño se encogió de hombros:
—Supongo que le duele lo suficiente para quejarse, pero no tanto como para hacer algo al respecto.
En nuestro trabajo vemos mucho está situación, propietarios que llevan tiempo intentando vender su casa sin éxito.
Como no han conseguido vender su casa, están frustrados, pero no hacen nada.
La realidad es que no saben de estrategia inmobiliaria, desconocen que para vender una vivienda por su precio más alto posible y en el menor tiempo, es necesario ser diferente al resto de los demás.
Se aferran a la idea de que, al repartir la venta entre varias agencias, tendrán más oportunidades, cuando lo único que logran es que ninguna se comprometa al 100% con su propiedad. Es como querer llegar antes dividiendo la gasolina en varios coches sin llenar ninguno.
Al igual que el perro sobre el clavo, se quejan, pero no hacen nada realmente diferente.
Nosotras, hemos comprobado que las casas se venden rápido cuando hay una estrategia clara, un plan bien ejecutado y un compromiso real por ambas partes.
No se trata de «probar suerte» con muchas agencias al mismo tiempo, sino de confiar en un equipo que sabe lo que hace y está dispuesto a apostar por la venta.
Una venta efectiva no es cuestión de cantidad, sino de calidad en la estrategia y en la ejecución.
El perro podría haberse movido en cualquier momento. Pero no lo hizo. Siguió soportando el dolor, sin tomar acción.
La pregunta es: ¿Tú también estás sobre un clavo sin darte cuenta? ¿Hasta cuándo vas a seguir sin tomar una decisión que realmente funcione?
Si de verdad quieres vender, hablemos de estrategia, no de parches. Nosotras apostamos por resultados, no por intentos fallidos.
¡Con cariño!
Rocío y Mónica
