Hoy no voy a hablar de trabajo, ni de Home Staging, ni de nada relacionado.
Hoy voy a contar cómo ha sido mi fin de semana.
No es la primera vez que escribo sobre ello.
Remo, y además, compito.
Me encanta el remo y me gusta mucho cómo es la competición, el esfuerzo, el ambiente… Cuando estamos ahí, todos queremos ganar, pero también animamos a otros equipos. Es una competitividad muy sana (en otros deportes no pasa lo mismo).
Hace un par de años en una competición de yolas (cuatro remeros y un timonel), se rompió el timón de uno de los equipos, la timonel se tumbó sobre la embarcación y agarró el timón con las manos para intentar hacer las maniobras, no se rindió en ningún momento.
Todos animamos a esa embarcación que terminó la regata como pudo y, aunque han pasado algunos años, todavía nos acordamos de aquello.
Las regatas son muy reñidas y muchas veces la línea entre estar clasificado o no es menos de un segundo. Incluso a veces entran dos embarcaciones al mismo tiempo, y tu clasificación depende de la posición del cuerpo que tuvieras al pasar por la línea de meta, si estabas en ataque o en recuperación. Así de ajustadas son.
Pero a lo que iba a contar contar, este fin de semana he participado en el Campeonato de España de Remo (Siii, una competición importante).
No voy a explicar modalidades ni categorías que es un lio y además aburrido para los que no reman.
He competido en dos categorías, por un lado en una embarcación de cuatro y por otro en una embarcación de dos.
Por edad somos Veteranas; de las cuatro, tres pasamos de los 50, aunque la categoría es a partir de 35 años, la gran mayoría está en nuestra media, y muchas incluso nos superan.
Y es increíble ver a esas mujeres —algunas ya abuelas— poniéndose nerviosas antes de la salida, remando con todo, empujando el cuerpo más allá de sus límites para dar esa palada extra, aunque no quede ya energía.
Y cuando llegas a la meta, no importa si las has ganado o te han ganado ellas a ti, nos felicitamos las unas a las otras. Porque estar ahí, simplemente estar, ya es una hazaña.
¿Los resultados que hemos conseguido? Muy diferentes.
En doble, hemos quedado las últimas (sí, como lo lees). Nos han ganado todas.
Pero en el cuatro… ¡hemos quedado cuartas! A un paso de la medalla.
Y todo esto me ha hecho pensar en la perspectiva.
Desde fuera, puede que quedar las últimas suene a derrota.
Desde dentro, saber que llegaste hasta ahí, que tus compañeras y tú lo distéis todo y que a pesar de que no quedaban fuerzas os superasteis, eso es una victoria.
Porque cuando lo vives desde dentro, sabes que detrás de cada competición hay mucho más: esfuerzo, estrategia, decisiones, emociones, historias familiares, y sobre todo, perspectiva.
Así que ahora toca descansar y recuperar fuerzas, pronto volveremos a entrenar para mejorar en la próxima.
Con cariño.
Rocío y Mónica